Los tenues pastos y el rocío olvidado.
Correr, incendiar, matar tus labios.
Las manos trémulas de un beso
en el prado.
Y siempre se hacen largos
los brazos del árbol.
Se vuelven anchos
y sofocan los suaves charcos
de largos cuerpos.
Siempre en las noches calladas.
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