domingo, 8 de mayo de 2011

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Las hidras, las noches, los pasos,
Los tenues pastos y el rocío olvidado.
Correr, incendiar, matar tus labios.
Las manos trémulas de un beso
en el prado.

Y siempre se hacen largos 
los brazos del árbol.
Se vuelven anchos
y sofocan los suaves charcos
de largos cuerpos.

Siempre en las noches calladas.

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